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Carolina Brown es fotógrafa y escritora. Autora de los libros En el agua, El final del sendero y el recientemente publicado: Rudas. Uno de sus cuentos participó en la antología Todo se derrumbó, relatos sobre el desastre.

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1. ¿Cómo se vive una pandemia creativamente? O mejor dicho, ¿se puede crear en tiempos de estallido y la amenaza de un virus?

Creo que eso depende mucho de la persona. En mi experiencia, me costó bastante adaptarme y seguir escribiendo, me era muy difícil mantener la concentración y sentía también una especie de angustia que me impedía sumergirme de lleno en la ficción. Como que sentía que no me podía desconectar del angustioso presente. Con el correr de los meses, encontré más motivación y algunas estrategias para ir retomando la escritura, pero la verdad es que no fue nada fácil.

2. ¿En qué has estado trabajando en este año raro y confinado? ¿Alguna nueva novela, cuentos?

No he podido escribir tanto como quería. La gente me dice «los escritores ya estaban confinados» o «ahora sí que te pudiste sentarte a escribir», pero cuando no tienes idea de lo que va a pasar con el país y sientes que lo que están en el gobierno viven en la dimensión desconocida, la verdad es que es muy difícil escaparse dentro de tu imaginación y hacer el ejercicio de simulación que es escribir ficción. Al final, me concentré en revisar dos novelas que supuestamente ya tenía «terminadas», una juvenil y otra adulta, y que con la pandemia se atrasaron para el 2021. Empecé a escribir unos cuentos, ya tengo 4 y quiero hacer 7, pero me ha costado encontrar la veta, quiero replantear algunas cosas. Ya no soy la misma persona que en el 2019 y eso significa buscar un camino nuevo. Me pasa que en esta realidad tan cambiante e incierta, uno va cambiando también y por lo menos para mi es imposible escribir cuando todo está tan movido. Necesito que las cosas decanten y, en el intertanto, tiendo a irme para adentro.

3. Rudas es un gran libro de relatos… el título alude más a sus protagonistas o a las historias que deben sortear?

Gracias por decir que es un gran libro. Yo le tengo mucho cariño y creo que con Noctámbula hicimos un gran trabajo. Soy pésima para los títulos y Rudas es (creo) el único libro que he titulado yo. Viene de nuestro vocablo cotidiano y evoca esas ideas de ser fuerte, aguerrida, atreverse, tal vez no tener miedo de las consecuencias. A la vez hay un juego con la planta, la hierba medicinal, que es fragante y que en infusiones sirve para los dolores menstruales. Para mi es imposible separar a las protagonistas de sus historias, ellas son por lo que les tocó vivir.

4. ¿Tú te consideras una ruda?

Chuta, no sé. Me gustaría pensar que sí, pero hay gente infinitamente más ruda que yo. Mujeres que se rompen el lomo para sacar a sus hijos adelante, que protegen y mantienen a sus familias, que se enfrentan a los poderosos, que se atreven a meterse en mundos tradicionalmente masculinos. Soy admiradora de todas esas mujeres y pensé en ellas también cuando escribí los cuentos.

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Emilio Ramón es profesor de Castellano, Magíster en Literatura Latinoamericana y Chilena, y escritor. Además de Editor de Santiago Ander Editorial. Autor del libro de cuentos Noches en La Ciudad, que el año pasado tabién se publicó en Argentina y de la novela Labios Ardientes.  

1. ¿Qué echa más de menos Emilio Ramon en cuarentena? ¿Las Noches en la ciudad o los Labios Ardientes? Explicar la respuesta. 
Las noches en la ciudad y más que los labios ardientes, el agua ardiente. Lo del toque de queda se está transformando en una pésima costumbre. Hoy al menos, y a diferencia de octubre, los motivos son comprensibles. Pero por supuesto que extraño charlar en un bar con amigos al calor de un buen trago nocturno. 

2.¿ El encierro ayuda  la inspiración o al contrario inhibe la creación? El concepto de inspiración ya es en sí mismo un tema discutible. Pero creo que a cada persona dedicada a la creación esto le afecta de manera distinta. A mí la cuarentena me ha servido para tener más tiempo para escribir y retomar proyectos que se estaban alargando más de la cuenta, como por ejemplo la confección de un autorretrato con tapitas de cervezas que vengo haciendo hace años. Y la verdad es que me encanta contar con este valioso tiempo. Creo que he ido generando una especie de síndrome de Estocolmo con la cuarentena.

3. ¿Se puede escribir ficción en estos tiempos de pandemia? De poder se puede. Si bien la realidad y las circunstancias son tan fuertes y delicadas que es imposible quitárselas de encima, los que trabajamos con la creación debemos dejarnos llevar por nuestras obsesiones y placeres. No somos máquinas que van procesando los estímulos de la contingencia, sino que debemos escribir lo que la sangre, el estómago y el insomnio nos ordenan. 

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